miércoles, 24 de febrero de 2016

La Tertulia Athenea cumpleaños

Buenas noches.Está a punto de terminar el día y me había hecho el propósito de escribir esto antes de ir a dormir.
Hoy ha sido un día intenso, un día denso, un día... casi completo.





 La felicidad completa no existe y es verdad, ya que hoy ha tenido todas las condiciones para serlo: Ha amanecido un esplendido día, más propio de primavera que de este febrero, Hemos acudido al Antiguo Hospital de Marina, actual sede de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de la UPCT donde Joaquín Roca Dorda nos esperaba para mostrarnos "los tesoros" que se ocultan bajo el maderamen del siglo XVIII que recubre el techo de la maravillosa buhardilla. Una mañana repleta de sorpresas interesantes, en donde creíamos encontrar solo información técnica y aburrida y hemos disfrutado con todo lo que allí se muestra.






                              

Seguidamente nos hemos desplazado al Restaurante "Casa Beltrí" para compartir amigablemente de una comida de celebración de los ¡Veinte años! que cumple esta Tertulia. Y es aquí donde viene la explicación a mi frase inicial de que la felicidad completa no existe: Nos hemos reunido porque la ocasión lo merecía, porque es importante cumplir veinte años, que es una mayoría de edad en el plano cultural, histórico y sobre todo porque ha habido un grupo de mujeres capaces de reunir, ilusionar y motivar a lo largo de esos años a todas las demás y...












Hemos echado en falta a Sara, a María Dolores, a Sole. Yo soy nueva en esta Tertulia y no se si ha faltado alguien más de las veteranas, pero estas tres que he mencionado forman parte de esa savia que alimenta al resto de este árbol de sabiduría y de amistad. Todas las componentes de este grupo tienen sus virtudes, cada cual distinta, pero todas dotadas de una aptitud para algo bueno y valioso, pero SARA es eso y mucho más, Hoy era un día pensado, organizado y previsto por SARA y ella no ha estado. Lo hemos pasado bien, hemos disfrutado mucho pero...
¿Comprendéis por qué os decía que la felicidad completa no existe?




sábado, 20 de febrero de 2016

Josefina Soria



Voy a ser breve:

¡Perdón!

Durante los años setenta, ochenta y noventa, estuve dedicada a la crianza y educación de mis hijos. Las veinticuatro horas del día solo me permitían ir de aquí para allá haciendo mil cosas y dormir para tomar fuerzas y poder seguir activa al día siguiente.

¿Por qué digo esto? Para justificar mi ignorancia sobre la existencia en Cartagena durante todos esos años de una escritora magnífica, una poeta extraordinaria, llamada Josefina Soria.

¡Perdón!

El otro día conocí a su hija, Marisa López Soria en la Tertulia Athenea y de sus labios conocí la vida y obra de esta gran escritora, su personalidad, su carácter y los premios obtenidos a lo largo de los años.

      














Sentí “envidia sana” al escucharle contar anécdotas, leer los poemas que su madre le dedicó a ella, su hija y a su marido.  ¡Describió con tanta ternura y a la vez orgullo a sus padres…!

¡Perdón por mi analfabetismo cultural!

Al volver a casa me sumergí  en Google para buscar todo lo que hacía referencia a esta gran mujer, que aunque nacida en tierras albaceteñas, dedicó tanto cariño a esta tierra nuestra.


Marisa: Gracias por mostrarme a través de tus hermosas palabras, las virtudes que adornaban a tu madre y despertar en mí el deseo de conocer su legado literario.

P.D. La presentación que hizo Aurora Morancho de Marisa López Soria y la semblanza de Josefina Soria, basándose en sus recuerdos y vivencias fue magnífica. ¡Gracias Aurora!



lunes, 15 de febrero de 2016


                                                   

TIEMPO EN CALMA

                           Alguna vez te llamo
                           para decirte que no quiero nada.
                           Estás cerca de mi, quizá pensando
                           e insistente pregunto ¿ duermes ?
                           Invariablemente niegas.
                           Entonces yo sonrío
                           para decirte que no quiero nada.
                           ¡Tantas veces te llamo ....!
                           Te nombro quedamente
                           y tú te inclinas para darme un beso.
                           Te digo como siempre
                           que hueles de una forma que me gusta.
                           Que tienes un aroma de hombre bueno 
                            y debo sonreir, pues que te vuelves
                            y mi mano acaricias. ¿ Estás bien ?
                            --me preguntas--y el cuarto oscurecido
                            que vela el paso de los años toma
                            la pregunta con gozo. Esta pausa
                            nos de uelve el ayer como un rackmo
                            de errores y verdades. Vamos juntos.
                            Estamos avanzando a un mismo tiempo.
                            Sin arrogancia, en calma, comprendiendo...
                            Entre los dos, apenas somos un deseo ahora.
                            Es por eso que alguna vez te llamo
                            para decirte que no quiero nada.
                            Es sólo cerciorarme que me escuchas.
                            Que estás ahi. Que tengo
                            tu respuesta al alcance de la vida.
                                                        Josefina Soria Hernández.