martes, 20 de febrero de 2018


Amor y odio


La relación que mantengo con Internet, "la red de redes" es una relación de amor-odio muy fuerte. "Ni contigo ni sin ti puedo vivir". Desde que me levanto, e incluso antes de saltar de la cama, ya estoy enredada con ella: que si he recibido tropecientos WhatsApp deseándome feliz día, good morning o egun on, de las mismas personas que anoche me dijeron hasta mañana, buenas noches, goodnight o gabon, que me recuerda las citas del día, a quien debo felicitar por su santo o cumpleaños y publicidad de todo tipo.
Yo no digo que Internet no me ayude a mantenerme relacionada con personas a las que quiero, me informe de si va a llover o si debo abrigarme antes de salir a la calle. Es estupendo leer las noticias, incluso las esquelas mientras desayunas, ver el estado de tus cuentas  o revisar el Facebook, pero tiene un lado malvado, un lado oscuro y perverso.
Tú esperas que Internet, ese amigo que todo lo sabe, que te cuenta todo lo que ocurre, ocurrió y ocurrirá en este mundo sea siempre tu incansable colaborador, pero no, Internet juega conmigo y desgraciadamente siempre gana: es como un alzhéimer enorme que hace que desaparezcan de tu equipo todo aquello que para ti es importante, que ha formado parte de tu vida. Se lleva los escritos que te han supuesto días y días de trabajo y no sabes que ha hecho con ellos ¿tal vez estén en esa nube de la que todo el mundo habla?
Y no es solo eso: otras veces te cambia la ruta de tus mensajes y envía a quien no corresponde las intimidades que querías compartir con otras personas y te deja con el c… al aire. Este juego lo suele hacer mucho con los WhatsApp y descubres que aquello que acabas de pensar y escribir ya está ante los ojos de quien no debía leerlo.
Quisiera romper para siempre con él, olvidarme de que existe, levantar el teléfono para hablar con mi gente, cambiar las zapatillas por esos zapatos que últimamente usas tan poco y salir a la calle a comprar o devolver aquello que compraste, ¡escribir una carta a la persona que añoras y echarla en un buzón! Todo eso quisiera volver a hacer, como no hace tanto tiempo que era lo normal, pero… enciendes el portátil o miras el móvil… y vuelves a empezar.

P.D. ¡no os lo vais a creer! ¡Cuando estaba escribiendo la palabra móvil, se ha apagado el portátil! ¡Os juro que ha sido Internet, yo no he hecho nada! He vuelto a encenderlo, he entrado en Word e “inocentemente” me ha preguntado si quería recuperar un documento guardado en OneDrive, he respondido afirmativamente y ha vuelto de nuevo a aparecer en mi pantalla.
 Ya os digo: sabía que estaba hablando de cortar con él y me ha demostrado quien manda aquí. No es broma, aunque quiera no puedo abandonarlo. Es mi sino, como el de muchos más.

1 comentario:

  1. Carmina, muy cierto, Internet es magnífico, pero nos quita esas buenas conversaciones que se tenían con la familia y amig@s..nos hemos acomodado estando a la vez luchando,como la letra de esa canción. .ni contigo ni sin ti,tiene mis males remedio. Hay que seguir evolucionando y a la vez rescatar viejas costumbres. 😘

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