Mujeres poetas
Esta pasada semana nos presentó nuestra compañera Mercedes Sanchiz Baell un trabajo titulado Mujeres poetas, iniciándolo con la frase de Virginia Woolf: “Para la mayor parte de la Historia, Anónimo era una mujer” dando a entender que tanto en el mundo de la poesía como en la literatura en general, la mujer no aparecía firmando, en general, con su propio nombre, aunque no siempre fue así y nos pasó a continuación un listado de mujeres poetas desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, hablándonos de sus vidas y obras:
Safo de Lesbos, Santa Teresa de Jesús,
Den Sute-jo, Rosalía de Castro, Gabriela
Mistral, Dulce
María Loynaz, Carmen
Conde, María Beneyto, Gloria Fuertes, Gioconda Belli, Guísela López, Ester Vallbona y Francisca Cristina Sáenz de Tejada y Ortí, Gracián Quijano
No creáis que Mercè se limito a
listar todos estos nombres, no, Mercè nos regalo una tarde extraordinaria. Nos
fue describiendo la vida, la época, las circunstancias de cada una de ellas y
cada vez que nombraba a una de ellas, aparecía ante nosotras una artista que
declamaba con autentico sentimiento, como una profesional del mundo del teatro,
que lo es. Mercè es una gran artista que nos regalo una experiencia de versos y
voz.
Podía ahora incluiros aquí todos los
poemas que ella nos trajo, pero con ello no soy capaz ni sé trasladaros lo
maravillosa que resultó la tarde y lo afortunadas que fuimos las que la
escuchamos. Gracias Mercè.
¡Ah! Olvidaba deciros que este poema que nos declamó en último
lugar, era de su propia autoría:
Bendice la tierra con tu
sangre
y extiende el amor
que ilumina tu ser
por cada rincón del
mundo.
¡El Universo entero
precisa de ti!
Mujer, abrázate y
sentirás en ti
a la madre tierra.
Pon tus pies sobre la
grama y canta.
Tu poder sólo lo igualan
montes y valles,
ríos, mares, esa pequeña mariposa
que se posó en la rama.
Mujer, ¡Sin ti el futuro
no es nada!
Algunos de los poemas
que nos regaló:
La gente dice:
«Pobres tiene que haber siempre»
y se quedan tan anchos
tan estrechos de miras,
tan vacíos de espíritu,
tan llenos de comodidad.
Yo aseguro
con emoción
que en un próximo futuro
sólo habrá pobres de vocación.
El corazón de la Tierra
tiene hombres que le desgarran.
La Tierra es muy anciana.
Sufre ataques al corazón
—en sus entrañas—.
Sus volcanes,
laten demasiado
por exceso de odio y de lava.
La Tierra no está para muchos trotes
está cansada.
Cuando entierran en ella
niños con metralla
le dan arcadas.
(Gloria Fuertes)
Tú y las lentejas
Las guisabas con mimo, las amabas,
porque tenían que ponemos fuerza
en la sangre. Su hierro lo querías
para así apuntalamos y que entonces
pudiéramos erguir algo de vida.
Hasta laurel llevabas, todo aroma,
a la gran reunión, a la asamblea.
El fuego, buen amigo de tus manos,
obediente y pequeño, le embestía
a tu otra amiga, su enemiga, el agua.
Era tu guerra chica interminable
en el frente que urdías con el rito
diario, de enfrentar dos elementos
a combatir furiosos por nosotros.
Era aquella tu España diminuta.
Las lentejas cocían tu esperanza,
nuestro futuro tierno, nuestra historia.
Erguían estatura al aire, daban
voracidad de dientes, daban rabia
de paladar. y alegría de estar vivos.
Lentejas con laurel y lo que hubiera.
Crecíamos. El humo y el aroma
venían de tus manos, hueso ahora,
madres del hueso articulado mío.
(María Beneyto)
Voy ausentándome de mí.
Poco a poco, el lastre de ensueño cede
su sitio a la realidad doble
que es mi vida en transcurso.
¡Otro ser dentro de mi carne
fragua su carne, su piel,
su corazón diminuto, mi estrella!
Asisto a la escisión silenciosa
con pasmo anhelante, con gozo
nuevo de verme en otros ojos míos,
de mis ojos hechos,
de mi sangre coloreados,
¡ay!, de toda cuanta soy.
Día por día el latido
es golpe que me recuerda, urgente,
valor que no tengo,
heroísmo que nunca soñé.
Y temo por el que estoy creando,
en convenido misterio
dentro de mi soledad sin orillas,
cerca de mi corazón, su estrella.
(Carmen Conde)
Dicen
que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
ni
el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
lo
dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso, de mí murmuran y
exclaman:
Ahí va la loca
soñando
con la eterna
primavera de la vida y de los campos,
y ya bien pronto,
bien pronto, tendrá los cabellos canos,
y va temblando,
aterida, que cubre la escarcha el prado.
Hay
canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
más
yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
con
la eterna primavera de mi vida que se apaga
y
la perenne frescura de los campos y las almas,
aunque
los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.
Astros
y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
sin
ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?
(Rosalía de Castro)
Y “Vivo sin vivir en mí” de Santa Teresa de Jesús y “Las
manitas de los niños” de Gabriela Mistral y más poesías escritas por mujeres. Resultó una hermosa tarde.
Efectivamente el jueves, fue una tarde súper agradable y emotiva, nuestra compañera Mercedes nos ofreció un bonito tema, con su elegante estilo poético.
ResponderEliminarY un magnífico resumen del mismo nos ha hecho Carmina, con su sello literario. Gracias a las dos. 👏👏🙅♀️🙅♀️