Con esto,
poco a poco llegué al puerto…
Poco a poco Miguel se acerca al puerto,
ese puerto que tan bien conoce, ese puerto que le ha visto salir por diversos
motivos. Contempla la bocana prieta que encierra las serenas aguas del
Mediterráneo, que ha navegado de poniente a levante y de levante a poniente.
Estamos en 1602 y Miguel continúa
trabajando como recaudador a las órdenes del rey. Lleva quince años
desempeñando esta actividad que tantos conflictos y problemas le ha
proporcionado. Está cansado pero se siente atrapado. Las deudas, las urgencias
familiares, todo ello le obligan a seguir adelante. Hay momentos en los que
quisiera tirar la toalla y refugiarse, como hace años en Esquivias y escribir
sin que nadie le perturbe ni la justicia le persiga.
Con esto
poco a poco llegué al puerto
a quien
los de Cartago dieron nombre…
Sueña mirando los altos montes que
protegen la rada y compara este puerto con todos aquellos que ha conocido:
Denia, Génova, Nápoles, Argel…
Tal como le comenta El Quijote a Sancho
piensa: Mal cristiano eres, Sancho… porque
nunca olvidas la injuria que una vez te han hecho.
Él ha tenido que olvidar demasiadas injurias,
demasiados sufrimientos. Recuerda a su hermano Rodrigo con el que sufrió las
penurias de la guerra y el cautiverio...
Ha
llegado Miguel de Cervantes al puerto de Cartagena, procedente de Murcia, tal
vez desde Sevilla, en donde vivió en otro tiempo. Desde que nació en 1547 en
Alcalá de Henares, ha recorrido mucho mundo, primero siguiendo a su familia,
conoce Valladolid, Córdoba, Sevilla y Madrid. En Madrid, en 1569 algo oscuro
ocurre en las viejas calles del Madrid de los Austrias y nuestro personaje debe
huir de España si no quiere perder su mano derecha ¡qué ironía!, al marchar
fuera de su patria salva su mano derecha pero perderá la movilidad de la
izquierda allá en Lepanto.
En una información legal elaborada ocho años
más tarde de la célebre batalla se dice:
Cuando se reconosció el armada del
Turco, en la dicha batalla naval, el dicho Miguel de Cervantes estaba malo y
con calentura, y el dicho capitán... y otros muchos amigos suyos le dijeron
que, pues estaba enfermo y con calentura, que estuviese quedo abajo en la
cámara de la galera; y el dicho Miguel de Cervantes respondió que qué dirían de
él, y que no hacía lo que debía, y que más quería morir peleando por Dios y por
su rey, que no meterse so cubierta, y que con su salud... Y peleó como valente
soldado con los dichos turcos en la dicha batalla en el lugar del esquife, como
su capitán lo mandó y le dio orden, con otros soldados. Y acabada la batalla,
como el señor don Juan supo y entendió cuán bien lo había hecho y peleado el
dicho Miguel de Cervantes, le acrescentó y le dio cuatro ducados más de su
paga...
De la dicha
batalla naval salió herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano, de que
quedó estropeado de la dicha mano.De ahí procede el apodo de Manco de
Lepanto,que se interpreta mal, pues la mano izquierda no le fue cortada,
sino que se le anquilosó al perder el movimiento de ella cuando un trozo de
plomo le seccionó un nervio; estaba, pues, tullido de la mano izquierda.
Aquellas heridas no debieron ser demasiado
graves pues, tras seis meses de permanencia en un hospital de Messina, Cervantes reanudó su vida
militar, Después recorrió lasprincipales ciudades de Sicilia, Cerdeña, Génova y la Lombardía y permaneció finalmente
dos años en Nápoles, hasta 1575.
Cervantes siempre se mostró muy orgulloso de haber
luchado en la batalla de Lepanto, que para él fue, como escribió en el prólogo de la segunda parte del Quijote.: “la
más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver
los venideros”.
No
es esta la primera vez que Miguel llega al puerto de Cartagena, tal vez sea la
tercera. Recuerda ahora, mirando la tranquila rada, aquella primera vez en la
que huyendo de la justicia se unió al cortejo que acompañaba al Cardenal Aquaviva
en 1568. La primera vez que descubría el mar y tuvo la suerte de que fuese
precisamente en Cartagena. Cabota por Valencia, Barcelona, golfo de Lyon y
costa italiana.Posteriormente conocerá otros puertos: Génova, Nápoles, Sicilia,
pero ninguno hará que olvide el puerto de Cartagena.
Con esto,
poco a poco llegue al puerto
a quien
los de Cartago dieron nombre,
cerrado a
todos vientos y encubierto.
Que
necesitado estaba nuestro personaje de la calma que le ofrece el puerto de
Cartagena. ¡Cuántas historias ha podido vivir este ilustre castellano, nacido
en tierra adentro allende los mares!
¿Quién
le iba a decir que cuando regresaba con su hermano Rodrigo,tras siete años de
ausencia y deseando reunirse con sus seres queridos, fuera apresado el barco
que les conducía a España y terminan siendo presos en Argel?
Hay
que reconocer que para ser escritor no basta con saber ligar palabras, hay que
poseer un bagaje cultural, pero sobre todo hay que contar con experiencias que
aporten a lo escrito situaciones en las que se puedan mezclar la realidad
vivida con la imaginación que el genio literario posea.
Cervantes, nuestro protagonista, ha vivido muchas vidas a lo
largo de los años: Su infancia y juventud recorriendo España de norte a sur: más
adelante su marcha a Italia, el ambiente cortesano de la Roma Papal, el mundo
de la milicia y las batallas, pero los cinco años en Argel lo debieron de
enriquecer aún mucho más. El sufrimiento marca el carácter de las personas y él
debió sufrir todo tipo de experiencias.
Durante su regreso desde Nápoles a España a bordo de la galera Sol, una flotilla turca comandada por MamiArnaute hizo presos a Miguel y a su hermano Rodrigo, el 26 de septiembre de 1575. Fueron capturados a la altura de Cadaqués de Rosas o Palamós, en la actualidad llamada Costa Brava, y llevados a Argel. Cervantes es adjudicado como esclavo al renegado griego DaliMamí. El hecho de habérsele encontrado en su poder las cartas de recomendación que llevaba de don Juan de Austria y del Duque de Sessa hizo pensar a sus captores que Cervantes era una persona muy importante y por quien podrían conseguir un buen rescate. Pidieron quinientos escudos de oro por su libertad.
En los cinco años de aprisionamiento, Cervantes,
hombre nada acomodaticio y con un fuerte espíritu y motivación, trató de
escapar en cuatro ocasiones organizando él mismo los cuatro intentos. Para
evitar represalias en sus compañeros de cautiverio, se hizo responsable de todo
ante sus enemigos y prefirió la tortura a la delación. Gracias a la información
oficial y al libro de fray Diego de Haedo Topografía e
historia general de Argel (1612), tenemos posesión de noticias importantes sobre el
cautiverio. Tales notas se complementan con sus comedias Los tratos de
Argel, Los baños de Argel y el relato conocido como
"historia del Cautivo" inserto en la primera parte del Quijote,
entre los capítulos 39 y 41.
El primer intento de fuga fracasó, porque el
moro que tenía que conducir a Cervantes y a sus compañeros a Orán los abandonó en la primera jornada. Los
presos tuvieron que regresar a Argel, donde fueron encadenados y vigilados más
que antes. Mientras tanto, la madre de Cervantes había conseguido reunir cierta
cantidad de ducados con la esperanza de poder rescatar a sus dos hijos.
En 1577 se concertaron los tratos, pero la
cantidad no era suficiente para rescatar a los dos. Miguel prefirió que fuera
puesto en libertad su hermano Rodrigo, quien regresó a España. Rodrigo llevaba
un plan elaborado por su hermano para liberarlo a él y a sus catorce o quince
compañeros más. Cervantes se reunió con los otros presos en una cueva oculta, en espera de una galera
española que vendría a recogerlos. La galera, efectivamente, llegó e intentó
acercarse por dos veces a la playa; pero, finalmente, fue apresada. Los
cristianos escondidos en la cueva también fueron descubiertos, debido a la
delación de un cómplice traidor, apodado El Dorador. Cervantes se
declaró como único responsable de organizar la evasión e inducir a sus
compañeros. El bey (gobernador turco) de Argel, Azán Bajá, lo encerró en su «baño» o
presidio, cargado de cadenas, donde permaneció durante cinco meses. El tercer
intento lo trazó Cervantes con la finalidad de llegar por tierra hasta Orán. Envió allí a un moro fiel con cartas
para Martín de Córdoba, general
de aquella plaza, explicándole el plan y pidiéndole guías. Sin embargo, el
mensajero fue preso y las cartas descubiertas. En ellas se demostraba que era
el propio Miguel de Cervantes quien lo había tramado todo. Fue condenado a
recibir dos mil palos, sentencia que no se cumplió porque muchos fueron los que
intercedieron por él. El último intento de escapar se produjo gracias a una
importante suma de dinero que le entregó un mercader valenciano que estaba en
Argel. Cervantes adquirió una fragata capaz de transportar a sesenta cautivos
cristianos. Cuando todo estaba a punto de solucionarse, uno de los que debían
ser liberados, el ex dominico doctor Juan Blanco de Paz, reveló
todo el plan a Azán Bajá. Como recompensa el traidor recibió un escudo y una
jarra de manteca. Azán Bajá trasladó a Cervantes a una prisión más segura, en
su mismo palacio. En mayo de 1580, llegaron a Argel los padres trinitarios (esa orden se ocupaba
en tratar de liberar cautivos, incluso se cambiaban por ellos). Fray Antonio de
la Bella yfray Juan Gil partieron con una
expedición de rescatados. Fray Juan Gil, que únicamente disponía de trescientos
escudos, trató de rescatar a Cervantes, por el cual se exigían quinientos. El
fraile se ocupó de recolectar entre los mercaderes cristianos la cantidad que
faltaba. La reunió cuando Cervantes estaba ya en una de las galeras en que Azán
Bajá zarparía rumbo a Constantinopla, atado con «dos cadenas y un grillo». Gracias
a los 500 escudos tan arduamente reunidos, Cervantes es liberado el 19 de septiembre de 1580. El 24 de octubre regresó, al fin, a
España con otros cautivos también rescatados. Llegó a Denia, desde donde se trasladó a Valencia. En noviembre o diciembre
regresa con su familia a Madrid.
Con toda razón dice El Hidalgo a
su criado:"La libertad, querido Sancho,
es uno de las más preciados dones que a los hombres dieron los cielos. Con ella
no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por
la libertad se puede y debe aventurar la vida."
Con esto poco a poco llegué al puerto
a quien
los de Cartago dieron nombre,
cerrado a
todos vientos y encubierto
ya cuyo claro
y singular renombre…
Escribe estos versos en 1614 en Viaje del Parnaso:
Yo, que siempre trabajo y me
desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el
cielo
En
1614 la muerte del autor está ya próxima, morirá dos años después, el 23 de
abril, fecha en la que se le hace coincidir con el fallecimiento de
Shakespeare, uno de los múltiples errores que circulan sobre la vida de Cervantes:
Ni era manco ni coincidió en la fecha de su muerte:
Lo
cierto es que Cervantes si murió un 23 de abril según el calendario
gregoriano, pero la fecha de muerte de Shakespeare sería 3 de mayo si
usamos el mismo calendario. La coincidencia de fechas se da porque Inglaterra
aún utilizaba el calendario juliano. Si parece, en cambio, que es cierto
que el gran autor inglés conocía y admiraba a nuestro español universal, aunque
el
único dato seguro es que Shakespeare leyó la primera parte del Quijote y que
hay una obra perdida de la que se conserva un resumen en la que el inglés
retoma el personaje de Cardenio que
aparece en un episodio de la principal obra de Cervantes.
Cardenio es una pieza teatral perdida de teatro atribuida a John Fletcher y William Shakespeare, titulada Historia
de Cardenio. También se conoce como "Historia del loco Cardenio"
o, simplemente, Cardenio.
La existencia de la obra se conoce porque fue representada dos veces por la
compañía de teatro inglesa King'sMen en 1613. El nombre se deriva de un personaje ficticio de
la primera parte de la novela Don Quijote de la Mancha (1605). Cardenio
era un personaje que Don Quijote y Sancho se encontraron cuando iban por un
bosque de Sierra Morena, en Andalucía. Cardenio les
explica una historia de amor y desventura con una joven llamada Lucinda. La
historia y el personaje impresionan mucho al Quijote.
Pero
sigamos con Don Miguel de Cervantes Saavedra mirando el mar desde el puerto de
Cartagena. Suponemos que la primera vez, joven, sin experiencia y huyendo de la
justicia, no se fijaría demasiado en nuestra bahía. La segunda vez, en 1581, cuando vuelve para
embarcar a Orán, como espía o algo así. Tal vez. Lleva cartas secretas para el
Alcaide de la plaza y el de la vecina Mostagacem. Recibe 100 escudos por ello.
Ya ha estado cinco años cautivo en Argel, y el encargo lo toma como
meritoriaje, equivocadamente.
No son ocasiones gratas, pero él recuerda esta tierra a la que ahora ha vuelto por tercera vez, no para embarcar sino como recaudador de impuestos. Otro oficio, otro destino, otro cúmulo de desgracias:
Tras un
lustro de cautiverio en Argel, Cervantes regresa a Madrid. Tenía treinta y tres
años y había pasado los últimos diez entre la guerra y la prisión; la situación
de su familia, empobrecida y endeudada, reflejaba en cierto modo la profunda
crisis general del imperio, que se agravaría luego de la derrota de la Armada
Invencible en 1588. Al retornar, Cervantes renunció a la carrera militar, se
entusiasmó con las perspectivas de prosperidad de los funcionarios de Indias,
trató de obtener un puesto en América y fracasó. Mientras tanto, fruto de sus
relaciones clandestinas con una joven casada, Ana de Villafranca (o Ana de
Rojas), nació una hija, Isabel, criada por su madre y por el que aparecía como
su padre putativo, Alonso Rodríguez.Cervantes se dedica a escribir comedias,
aunque sabía que mal podía competir él, todavía respetuoso de las normas
clásicas, con el nuevo modo de Lope de
vega, dueño absoluto de la escena española. Las dos primeras (La comedia de la confusión y Tratado
de Constantinopla y muerte de Selim, escritas hacia 1585 y
desaparecidas ambas) obtuvieron relativo éxito en sus representaciones, pero
Cervantes fue vencido por el vendaval lopesco, y a pesar de las veinte o
treinta obras compuesta en esta etapa (de las que sólo conocemos nueve títulos
y dos textos, Los tratos de Argel y Numancia), alrededor de 1600 había
dejado de escribir comedias, actividad que retomaría al fin de sus días.
A los treinta y siete años, Cervantes contrajo matrimonio; su novia, Catalina de Salazar y Palacios, era de una familia de Esquivias, pueblo campesino de La Mancha. Tenía sólo dieciocho años; no obstante, no parece haber sido una unión signada por el amor.
Entre 1585 y
1600 Cervantes fijó su residencia en Esquivias, pero solía visitar Madrid solo;
allí alternaba con los escritores de su tiempo, leía sus obras y mantenía una
permanente querella con Lope de Vega, que había sido su amigo hasta entonces,
pero con el que tuvo un enfrentamiento verbal y escrito hasta su muerte.
Muchas veces los estudiosos del mundo literario se han preguntado porqué
un escritor tan prodigioso como Fray Félix Lope de Vega Carpio, reconocido
desde temprana edad como “el monstruo de la naturaleza”, pero que además era
agraciado, exitoso con las damas, famoso y adinerado, perdía su tiempo
desacreditando a un hombre como Miguel de Cervantes, viejo, manco, con fama de
poeta mediocre, desafortunado en amores, y para colmos, tartamudo, desdentado y
paupérrimo?
Porque
en verdad, Lope enquistó su enemistad con el autor de La Galatea desde
muy joven, cuando aún éste no había conquistado la celebridad que le deparó la
publicación de la primera parte del Quijote. Cuando
esto último ocurrió, el llamado “Fénix de los Ingenios”, arreció con tal
obsesión su animadversión que no son pocos los que aseguran que bajo el
seudónimo de “Alonso Fernández de Avellaneda” se lanzó a escribir una segunda
parte apócrifa, con el fin de dejar por el suelo el nombre, al fin reconocido,
de su gratuito rival.
Habiendo publicado Cervantes en 1605 la primera parte de Don Quijote de la Mancha se trasladó a vivir a Madrid a la Calle de la Magdalena, esquina a la de Francos, donde tendría como vecinos a don Luis de Góngora, entonces de 45 años, a don Francisco de Quevedo, quien contaba con sólo 25 años y a don Lope de Vega, de 40. A pesar del éxito obtenido por su libro y de la agradable vida de que disfrutaba en esos años, Cervantes, ya sexagenario, no pudo evitar el desprecio, la envidia y el antagonismo demostrado por el autor de Fuenteovejuna, por causas que aún se desconocen, pues hasta comienzos del siglo los dos ingenios eran, por lo menos, amigos de trato afectuoso: Lope había incluido a Cervantes entre los poetas esculpidos en el Palacio de la Poesía “La Arcadia” y éste había elogiado a aquel en su primera novela, La Galatea, en 1585.
Sin por qué y sin de dónde, en 1605, Lope escribió a un
amigo: “No conozco ningún poeta tan malo como Cervantes ni tan necio que alabe
a Don Quijote“, a lo
que don Miguel replicó ironizando sobre cómo Lope se había valido de poemas
laudatorios de príncipes, damas y obispos para iniciar sus libros y que hacía
gala de una erudición que no tenía. O simplemente afirmaba que era un pedante y
un simulador de cultura.
El Quijote apócrifo,
publicado en 1614, fue escrito bajo seudónimo por Lope o por algún amigo suyo.
Allí Cervanteses insultado y se le tilda de “viejo, manco, amargado y
envidioso”. Además, y esto es lo más reprobable, se burlan de la pobreza y de
la mala suerte que siempre acompañaron al Manco de Lepanto.
En el prólogo de la segunda parte de Don Quijote,
publicado en 1615, Cervantes se saca el clavo contra Lope: “No tengo yo de
perseguir a ningún sacerdote y más si tiene por añadidura ser familiar del Santo
Oficio, y si él lo dijo por quien parece que lo dijo, engañóse de todo en todo;
que de tal adoro el ingenio, admiro las obras y la ocupación continua y
virtuosa”. Allí Cervantes aludía a la ordenación sacerdotal de Lope el
año anterior, aunque su “ocupación” no fue ni sería jamás virtuosa. Cervantes
murió al año siguiente y Lope lo sobrevivió 19 años. Con los siglos creció la
gloria literaria de ambos, pero la de Cervantes fue tan grande que llegó a
eclipsar la de su adversario.
Una vez más queda demostrado que la envidia es uno de los pecados literarios
más inútiles y estériles, Ya en el capítulo 8 del Quijote en donde se cuenta lo que le sucedió a don
Quijote yendo a ver su señora Dulcinea del Toboso dice el autor:
“¡Oh, envidia,
raíz de infinitos males, y carcoma de las virtudes! Todos los vicios, Sancho,
traen un no sé qué de deleite consigo; pero el de la envidia no trae sino
disgustos, rancores y rabias”.
En
1587 ingresó en la Academia Imitatoria, primer círculo literario madrileño, y
ese mismo año fue designado comisario real de abastos (recaudador de especies)
para la Armada Invencible. También este destino le fue adverso: en Écija se
enfrentó con la Iglesia por su excesivo celo recaudatorio y fue excomulgado; en
Castro del Río fue encarcelado (1592), acusado de vender parte del trigo
requisado. Al morir su madre en 1594, abandonó Andalucía y volvió a Madrid.
Pero las penurias económicas siguieron
acompañándole. Nombrado recaudador de impuestos, quebró el banquero a quien
había entregado importantes sumas y en 1597, Cervantes dio con sus huesos en la
Cárcel Real de Sevilla, donde permaneció cinco meses. En esta época de extrema
carencia comenzó probablemente la redacción del Quijote,
ya que se dice que en los diversos periodos en que estuvo presoaprovechó el
tiempopara escribir parte de la que sería su obra más
Importante: Don Quijote de la Mancha, publicada en 1604, 12 años
antes de su muerte, es un pilar del canon literario, pero tristemente,
Cervantes nunca recibió paga alguna por tan importante e influyente obra.
Entre 1604 y 1606, la familia de Cervantes,
su esposa, sus hermanas y su aguerrida hija natural, así como sus sobrinas,
siguieron a la corte a Valladolid, hasta que el rey Felipe III ordenó el
retorno a Madrid.
¿Sabéis una cosa curiosa? No existe ninguna
imagen del auténtico rostro de Miguel de Cervantes. Todas las ilustraciones que
conocemos están realizadas teniendo en cuenta la información que él u otras
personas de su entorno nos han dejado. Cervantes en 1613 se describe minuciosamente en
el prólogo al lector de sus «Novelas
ejemplares»:
«Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello
castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque
bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de
oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos,
porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no
tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni
grande ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de
espaldas y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de
"La Galatea" y de "Don Quijote de la Mancha"...»
Sin
embargo, Lope de Vega era tan popular en aquel tiempo que
pasó por ser el vecino más famoso, tanto que se llegó
a decir que en las casas del barrio además de un crucifijo colgaban un retrato
del Fénix de los Ingenios.
Ahora está Don Miguel de Cervantes Saavedra en 1602, mirando, tal vez por última vez, el puerto de Cartagena. Se ha desplazado desde Murcia, donde lleva una semana alojado por su actividad como recaudador. No ha podido resistir la tentación. Aún faltan dos años para que salga de la imprenta “Viaje del Parnaso”, pero él ya lleva en su memoria la imagen de este puerto, ¡él que ha visto tantos puertos! Puede afirmar en el último verso del piropo lingüístico dedicado a Cartagena que ante este puerto nuestro: Se postran cuantos puertos el mar baña,descubre el sol y ha navegado el hombre.
Ya
lo dijo Andrea Doria un siglo antes: “No hay navegación más segura que Julio,
Agosto y el puerto de Cartagena.
Con
esto poco a poco llegué al puerto
a quien los de Cartago dieron nombre,
cerrado a todos vientos y encubierto
y a cuyo claro y singular renombre
se postran cuantos puertos el mar baña,
descubre el sol y ha navegado el hombre.
Carmina, me dejas boquiabierta y tengo que enchufar para coger batería.
ResponderEliminarAunque conocido muchas cosas tu
forma de explicar nos acerca a nuestro tiempo y diría como Ramón Campoamor:! Quién supiera escribir!
Gracias Aurora, tú sabes expresar muy bien tus recuerdos y tus sentimientos cuando escribes.
ResponderEliminarMagnífico trabajo que hiciste Carmina. Y es un gusto volver a recordarlo y disfrutar de tu excelente redacción.
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