sábado, 16 de enero de 2021

 LA INTIMIDAD Y EL DERECHO A LA PRIVACIDAD

 

Artículo 7 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea:

Respeto de la vida privada y familiar: Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de sus comunicaciones.

Artículo 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos:

Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.

Estos dos artículos me hacen pensar en todos los momentos en que dejamos nuestra intimidad en manos de otros, a la vista de muchos cuando utilizamos los medios informáticos para informarnos. Google me envía de vez en cuando fotos que hice o me hice tal día como hoy y aparecen imágenes que me alegran, me traen recuerdos de hace diez años o más, pero ayer me sorprendió: Me trajo a mi pequeño móvil los bares, restaurantes, tiendas, hoteles y los viajes que he hecho, indicando cuantas veces he ido a esos lugares y cuando. Pocas cosas me sorprenden en el mundo de Internet pero esto me ha hecho pensar y me pregunto ¿Dónde está mi derecho a la intimidad? ¿y si ese hotel o ese lugar que visité en algún momento era una visita privada?

Solemos criticar a los jóvenes que cuelgan en Internet fotos y videos, algunos curiosos y divertidos, pero todo queda registrado y puede ser utilizado en su contra en algún momento de su vida, pero no nos fijamos en que cuando preguntamos a Google por un lugar, por una receta de cocina o lo que sea, Google guarda y recuerda, guarda y recuerda y con las diferentes preguntas que le hacemos forma un gran puzle donde se forma nuestra imagen (esa que pertenece a nuestra intimidad) con aquello que nos gusta, aquello que no nos gusta, lo que opinamos…

Ya sabemos que la intimidad nos protege contra la invasión de ese ámbito por personas o instituciones como el gobierno y está garantizado mediante leyes, pero somos nosotros mismos quienes dejamos abiertas de par en par nuestra vida privada, nuestra imagen, nuestros gustos, todo ello cuando utilizamos los medios digitales puestos a nuestra disposición como Whatsapp, YouTube, Google o el uso de nuestro móvil, nuestra tablet o nuestro portátil y no me digáis que la solución es no hacer uso de ellos porque en el siglo XXI no es posible negarse a ello y además la inmensa mayoría padece (o padecemos) de NOMOFOBIA que es el miedo irracional a permanecer un intervalo de tiempo sin el teléfono móvil..

¿Os acordáis cuando exigíamos el derecho a la intimidad y el respeto de los demás cuando recibíamos una carta, cuando alguien nos llamaba por teléfono o cuando, de jovencitas, escribíamos nuestros sentimientos en un diario, que era inviolable? Ahora hay cámaras para ver los profesores a sus alumnos en su casa o los “jefes” a sus empleados cuando trabajan online desde sus domicilios o cuando estamos en la calle o en el banco o en cantidad de establecimientos. A través de nuestros móviles ya vemos que recogen información a través del Wifi y los jóvenes y menos jóvenes suelen llevar en la muñeca una pulsera que recopila información sobre su salud o su rutina de ejercicio físico. ¿Dónde quedó el derecho a la intimidad? Como alguien ha escrito “estos problemas de la era digital no la podían haber previsto en 1948 los redactores de la Declaración Universal de Derechos Humanos”

En otro momento hablaremos sobre la libertad de expresión y su prevalencia sobre la privacidad…

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