La tarde
de ayer fue muy larga, más larga de lo normal y sobre todo diferente. La sesión
de la Tertulia estaba programada para que nuestra compañera Clara nos hablara
sobre “La historia y curiosidades del Convento de San Diego, de la Casa de
Misericordia y del Monte del Calvario” es decir, todas las tertulianas nos
prometíamos una tarde tranquila, conociendo de antemano lo que iba a suceder, ya que todas
sabíamos que tanto Clara como Josefina son muy eficaces organizando y
preparando nuestras reuniones.
Hasta
las seis menos cinco de la tarde todo ocurrió según lo previsto y en ese
momento todo se volteó:
Sonó mi teléfono y una Josefina nerviosa me comunica que Edgardo Encomendero, compañero mío en la Universidad Popular, el cual iba a acudir a la tertulia la próxima semana, para colaborar conmigo en la exposición de mi tema sobre Vargas Llosa, se había confundido de día y estaba allí esperándome.
¡Todo cambió! Clara, cargada con folios para exponer su tema, yo sin un
solo apunte, ya que lo tenía previsto para la siguiente sesión y las
tertulianas sorprendidas ante la presencia de un señor, al que desconocían y
del que no sabían los motivos de su presencia en nuestra Tertulia.
He
escrito al principio que la tarde de ayer fue muy larga y diferente y así fue.
Yo presenté a Edgardo y expliqué la confusión de día y a partir de ahí el tema
de Clara quedó olvidado sobre la mesa y comenzamos hablando de Vargas Llosa, Perú, París y
terminamos hablando de tal diversidad de temas, sin guion que la reunión se alargó hasta
las ocho de la tarde/noche.
¿Cómo
titular la sesión de ayer? ¿Cuándo nos hablará Clara de sus curiosas historias
y curiosidades? Y yo ¿Cuándo expondré sobre “El otro Vargas Llosa”? No tengo
respuesta alguna para nada de lo que ocurrió ayer. Lo siento.
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